lunes, 16 de julio de 2012

Wiiiii ¡1er Capítulo!

Tributos, ya he colgado mi primer capítulo sobre la vida de Rue :DDD
Ahora, me dedicaré un tiempo a afiliar a los blogs que tenía en este, y nuevos, claro.
Por favor, me gustaría muchísimo que entrarais y lo visitarais, me haría mucha ilusión.
¡Justamente ahora que acaba el blog, esto tiene muchísimas visitas! ¡Que casualidad!
Bueno, que ahora que es verano hay tiempo y se cuelgan los capítulos más rápidamente.
Ojearlo POR FAVOR, POR FAVOR, POR FAVOR.
http://lavidaderue.blogspot.com.es/

P.D: Os recompensaré con pan quemado y azucarillos *-*

domingo, 8 de julio de 2012

Capítulo 35. Unas bayas "traicioneras". FINAL.

Vuelvo a la cueva a rastras y dando trompicones. La lluvia cae con más fuerza que nunca y parece que no va a parar hasta un par de días. Al llegar, observo con tristeza el saco arrugado de Thresh, que hace unos veinte minutos estaba aquí, sentado a mi lado y yo, acurrucada en su brazo. La mochila esta apartada, y ya no le queda nada de comida, solo la bota de agua. Me meto dentro del saco, tapándome hasta el cuello y aferrándome a la insignia que se le cayó cuando el aerodeslizador lo subía. Debo hacerme a la idea de que ahora estará en un lugar mejor y que ya no sufrirá. Como Rue.
Antes tenía unas ansiosas ganas de aniquilar a Cato y hacerle pagar por lo que ha hecho pero cuando lo pienso mejor, se me cae el alma al suelo. ¿Como una débil como yo, va a poder con un bruto como ese?
Además lleva la armadura que supuestamente era, en un principio, de él. Cualquier intento de acuchillarle en el pecho, sería inútil y en las piernas no resultaría efectivo, solo le provocaría un dolor agudo, pero seguiría con fuerzas para matarme. Como solo quedamos cuatro, ahora vendrá a por mi.
Es extraño que en los entrenamientos me haya; por decirlo de alguna manera; salvado. Estuve  apunto de partirme el cuello. Bueno, eso sería exagerar, pero me hubiera llevado un buen golpe. Y las cerezas. Le encantan las cerezas como a mi, y me las pidió con amabilidad.
¿Que es bipolar?.
No, puede que estuviera fingiendo.
Ahora esta en alguna parte de la Arena, con una armadura protegiéndole, cantando victoria por haber matado a el segundo tributo más fuerte que había en estos Juegos. Claro que tampoco es culpa de él, si no del Capitolio por enviarnos a matarnos cuerpo a cuerpo, meternos en esta Arena y hacer que paguen un castigo, niños de hasta doce años que se parten la crisma trabajando.
En los próximos tres días, me limito a comer raíces y masticar hojas de menta. Bebo agua de la bota de Thresh y mía, y cuando se acaban las relleno con el agua de lluvia.
Me despierto una mañana y parece que la lluvia a cesado, porque ha salido un sol radiante.
Recojo mis cosas, guardo algo de utilidad que Thresh llevaba dentro de la mochila, y cojo los cuchillos.
Paso el campo, y me adentro en el bosque. Conforme paso, las botas se me quedan estancadas en la tierra y me impiden avanzar un poco. Camino por un lecho de hojas de pino, que ayuda un poco.
Entonces oigo crujir las ramas. Alguien anda por aquí cerca.
Me camuflo entre los arbustos, que están empapados y el sol les da un aspecto brillante.
Observo a el tributo que esta encorvado, recogiendo unas bayas de unos arbustos.
Es Peeta. En la cara tiene algún que otro arañazo y su pelo rubio esta teñido por el barro.
Cojea de la pierna izquierda y le cuesta un poco andar por el barro. Veo que no lleva mochila, así que estará en alguna parte, desprotegida. Puede que tenga algo que yo pueda coger, un poco de carne, o algún pescado.
Lo sigo, hasta bajo el tronco de un árbol donde tiene un cuadrado de plástico donde deja las bayas. La mochila esta justo al lado.
Cuando se da la vuelta y esta lo suficientemente lejos, corro hacía ella con precaución de no hacer mucho ruido. Encuentro un pedazo de queso, y lo picoteo un poco. Cierro la mochila y recojo las bayas del cuadrado. Me las llevo en la mano, y me meto unas cuantas en la boca. Entonces, veo que algunas las he apretado bastante y ha salido el jugo. Un jugo oscuro.

Son Jaulas de Noche. Y es tarde, porque ya he tragado.

Noto un ardor en el estomago que sube hacía mi garganta. Me tambaleo y tropiezo con una rama, dejándome caer en el suelo. Me asfixio, no voy a salir de esta. La sangre llega a mis orejas y bombea con fuerza. Noto el susurro de los Sinsajos a mi alrededor, y unos pasos cerca.
Si Peeta y Katniss se comen esas bayas, morirán.
Ya no tengo posibilidad de matar a Cato, y si ellos las reconocen a tiempo, puede que lo maten. Les estaría muy agradecida.
La vista empieza a ser borrosa, no puedo mover ninguna parte del cuerpo. Doy un último adiós a las cámaras y a Panem, a mis hermanos, a mi padre y a Viters.
Entonces...muero, y me voy de aquí, para...siempre.



Bueno, tributos y aquí acaba mi historia sobre Foxface. No, no voy ha hacer final alternativo porque voy a empezar con otro blog, ni voy a revelar el verdadero nombre.
La historia de la Comadreja tiene que ser como es.
Quería dar las gracias a TODA la gente que me ha apoyado para seguir escribiendo. Me ha alegrado muchísimo de que os gustara la historia. Me da lástima dejarlo, me gustaría que continuará pero, no gano los Juegos...
En especial quería dar las gracias a Queen A, que ha leído mi blog cada día y me ha apoyado mucho (hasta sacándome las faltas, jajajajaja). Igual que Lily Abernathy que también me a apoyado muchísimo, gracias cielo :3. Gracias a Violet, que ha leído mi blog desde el principio :)
Y a todos esos anónimos que me dijeron que no dejara de escribir, Muchas Gracias.
Bueno, ya os he dado las gracias a todos y espero haberos entretenido :3
Lo voy a echar de menos, igual que a vosotros D:

miércoles, 4 de julio de 2012

Capítulo 34. Un adiós.

Él se la pone con infinito cuidado, como si no quisiera estropearla, debajo de la camiseta interior, normal y chaqueta.
La verdad es que parece todavía más fuerte.
Comemos una ración de sopa, y Thresh me deja comerme las cerezas yo sola, mientras que él se come una manzana.
-Por cierto, ¿No cazaste nada?.- le pregunto, metiéndome una cereza en la boca.
El gruñe, intentado digerir la sopa, que parece que se le a atragantado. Por lo que veo es un no.
El cielo se nubla, y va a llover, pero por suerte, estamos aquí dentro.
-¿Seguro que Cato no te seguía?.
-Ya te dije que no. No te preocupes. Además, creo que en una de estas se ahoga con el agua. Mira la que esta cayendo.
Es cierto, el agua empieza a caer con tanta fuerza que se forman grandes charcos en el suelo y un rayo ilumina la Arena con tanta intensidad que la cueva se llena de luz.  Me acurruco al lado de Thresh que esta tiritando como yo. Se oyen las gotas caer por una grieta en la cueva, que rebotan en las piedras. Solo se oye eso.
-¿Quien crees que ganará?.- me pregunta mirando al infinito.
-O tú o Cato, si no se muere antes.- contesto, arropándome con el saco hasta el cuello.
Lo piensa un momento, intentando encontrarle un sentido.
-¿Porque yo, o él? ¿Porque no Katniss y Peeta?
-Porque vosotros sois más fuertes, y Peeta esta malherido. Katniss supongo que lo esta cuidando, hasta que le llegue la hora.
Me incomoda un poco hablar de esto. Es como apostar para ver quien queda vivo y sale vencedor, cosa que hacen en los distritos.
-¿Y tú?.- pregunta, mirándome a los ojos.- ¿Tú no podrías ganar?.
Ya sabe lo que le voy a responder pero me limito a suspirar. Duermo acurrucada en su brazo pero unos sonidos me despiertan.
-Eso no es un trueno, ni son gotas caer...-susurro, mirando fuera de la cueva.
-Voy a ver que pasa.- dice Thresh levantándose del saco.
-No, no vayas, será un animal.- le digo cogiéndolo del brazo.
-Tranquila. Será un momento.
Thresh desaparece bajo la lluvia, dejándome aquí sola. Tarda bastante, y empiezo a preocuparme de que le haya pasado algo. Entonces oigo el grito. Su grito.
Me levanto sobresaltada, y corro gritando su nombre.
-¡Thresh! ¡Thresh!.- aparto los arbustos con la mano y en poco tiempo estoy empapada. Hay niebla que es bastante densa y no me deja ver nada. No puedo casi andar, hay tal cantidad de agua, que la tierra se traga mis pies. Por un momento me encuentro perdida, parada, en ninguna parte y Thresh esta gritando de dolor en algún sitio. Hasta que lo encuentro.
Esta tirado en el suelo, en un pequeño charco de sangre y como no ha sonado ningún cañonazo, aun esta vivo.
Corro y me arrodillo a su lado, cogiéndole la mano con fuerza. Desprende algunos gemidos, y el pecho se mueve muy rápido.
-Thresh, ¿Quien te ha hecho esto?.- mis palabras se cortan y empiezo a llorar.
-Cato...me...me ha cortado con la espada...- veo en su pecho que ya no lleva la armadura y habrá dañado algo importante, algún órgano vital, como un pulmón porque también respira con dificultad- me hubiera gustado que fueras de mi distrito... para formar un grupo...y...ganar los dos.- la otra mano que le queda libre, me aparta los mechones de pelo de la cara que están mojados a más no poder.
No le puedo decir que se va a poner bien, que puede ganar aun los juegos, ya que somos cinco personas. Lo único que puedo hacer es quedarme aquí.
-Vas...a...ganar.- sus palabras ahora son susurros, y cierra los ojos poco a poco mientras suena al cañonazo que significa que Thresh a muerto. Doy un grito desgarrador y no, no me importa que Cato aún este cerca, me da igual, pero a matado a Thresh.
Me levanto, y dejo su mano apoyada en su pecho. Antes de que el aerodeslizador venga, le doy un beso en la frente y le tapo la herida con la chaqueta.
Me dejo caer entre unos arbustos y contemplo como un aerodeslizador, lo coge con su garra metálica. Mientras lo eleva, se le cae del bolsillo una pequeña cosa metálica, que con la luz de los rayos, brilla y cae en un charco. Cuando esta lo bastante lejos, me arrastro a cuatro patas hasta él y es la insignia de su abuela. La recojo, y con el agua de lluvia, la limpio.
Hasta ahora no había matado a nadie pero, personalmente, voy a matar a Cato. Aunque para matarlo, me mate yo también.

martes, 3 de julio de 2012

Capitulo 33. Esto no ha acabado.

Suena un cañonazo, que me hace saltar y hacer que la cajita de cerezas se caiga, provocando que se esparzan algunas por el suelo. Pienso que ese cañonazo vendría de Thresh, que lo a matado Cato en la Arena, porque también había una bolsa para él.
Salgo corriendo de la cueva a buscarlo y me topo con él en el camino. Le abrazo fuertemente, y él abre los brazos, mientras sujeta dos enormes bolsas en la mano.
-Hey, estoy bien.- dice para calmarme.
-Creía que habías muerto, ni siquiera viniste a mediodía.- le replico dando algún que otro pisotón en el suelo. - escuché un cañón.
-Ese cañón era por Clove. Ven que te lo explique.
Nos sentamos en el suelo de la cueva que cada vez se vuelve más oscuro conforme se esconde el sol.
-Cuando llegué, encontré a Clove encima de Katniss, a punto de matarla con un cuchillo. Escuche hablarle que la mataría a ella también ya que habían matado a Rue, su aliada. La cogí y la tiré al suelo con fuerza. Le exigí que me dijera porque mato a Rue, y ella me lo negaba. Llamaba desesperadamente a Cato y en un impulso, le aplaste el cráneo con una roca. Me dirigí a Katniss que estaba desangrándose en el suelo, y le pregunte por Rue, que era su supuesta aliada. Ella la ayudo y la dejé marchar. Creo que estamos en paz.

Nos quedamos un momento en silencio y veo lo que es capaz de hacer Thresh por una niñita.

-¿Y Cato?.- le pregunto un poco preocupada.
-No creo que me haya seguido la pista. Cuando me fui, salí corriendo en dirección opuesta. Y además, me he llevado su mochila, algo que necesita tan desesperadamente.- dice acercándola.
Es una mochila diez veces más grande que la mía, a saber que contendrá. Thresh me da el gusto de abrirla, y veo un gran trozo de metal dorado que sale de ella. Estaba tan oprimida, que ha salido de repente.
-Es una...¿Una armadura?.- digo sacándola del todo.
-Hmmm, parece que si.- responde él, cogiéndola y mirando su reflejo.
-Creo que te la puedes quedar tu. Si me la pongo, lo único que aré será bailar dentro de ella.
Él sonríe, soltando una risa.
-No creo que haya nada más. Oh, si, mira.
Saco una gran espada y dos pares de cuchillos, junto a un saco de fruta desecada.
-Vaya, vaya, parece que Cato estaba de lo más necesitado.- dice Thresh.
-¿Y tu bolsa? No has visto que hay.
Thresh la acerca y es una bolsa un poco más ancha que la otra, pero igual de grande.
Dentro esta esa queridísima espada en forma de arco que al principio cogió en la Cornucopia.
-La echaba de menos.- dice dejando la armadura en el suelo, y cogiéndola. La admira con gran entusiasmo y luego, arqueando las cejas mientras me pregunta:
-¿Y a ti que te han dado?.
Se lo enseño, y pienso en que ya podremos comer algo.
-Y mis queridas cerezas que han llegado en una cajita.- digo recogiéndolas del suelo y volviéndolas a meter.- seguro que si Cato llega a coger mi bolsita y la abre, se las habría zampado enseguida.
-¿Porque?.
-Le encantan las cerezas. No me preguntes como lo he averiguado. No quiero recordarlo.

No me gusta deberle cosas a la gente y más si son gente como Cato que mata por lo que llamamos diversión. En fin, los crían así. Primero son tiernos y dulces y luego, a la primera de cambio, son máquinas asesinas con sed de sangre, que la pruebas si o si. Y a mi, ahora me toca probar la sed de sangre de Cato. Y tengo la impresión de que será pronto.

Capítulo 32. El banquete.

-Thresh, cálmate por favor.- le digo en voz baja. Pero ya es tarde. Voy detrás de él y le tapo la boca por detrás. -Aquí hace eco. No grites.
Él, obediente, se limita a gruñir. Ya, yo también siento frustración porque alguien nos haya quitado toda la comida que teníamos. Incluso las mochilas. Lo único que han dejado ha sido un simple cuchillo.
-Tenemos que ir a cazar.- me dice él decidido.- o nos espera lo peor.
-¿Y que hacemos? ¡Porque solo tenemos un cuchillo! ¡Uno de nosotros, solo puede ir a cazar!.-digo.
-Yo iré.
Quedamos aquí en la cueva a mediodía.
-Thresh, mira que solo llevas un cuchillo. Ten mucho cuidado.- digo dándole un abrazo.
-Si, tranquila.
Me quedo sentada en la cueva, mirando como él se va hacía el bosque, con un cuchillo en la mano.
Me pregunto quien nos habrá quitado las mochilas y las armas. ¿Y porqué no nos ha matado mientras dormíamos? Era el momento perfecto.
En todo caso, para el público, esto es como una bomba.
Bomba.
¿Los profesionales podrían haber recuperado algo de entre las cenizas? Es poco probable ya que aquello empezó a arder en cuestión de segundos. Quizás deba averiguarlo yo misma.
Entro en el campo de hierbas altas, y voy arrastrándome hasta encontrar un lugar seguro para que no me encuentren. Vaya, mi sorpresa es que aquí no hay nadie. Clove y Cato, habrán acampado en otro sitio, es la única pareja que queda, aparte de Katniss y Peeta. Recorro el lugar, siempre con precaución y ahora más que nunca porque soy un blanco fácil de matar. Rebusco entre los escombros. Hay fruta podrida y chamuscada, espadas deformes e inútiles. Encuentro un cuchillo y una olla de metal, que parece ser que están en buenas condiciones y han sobrevivido a la explosión.
De todas formas me las llevo.
De vuelta por el mismo camino hay arbustos con cantidad de bayas. Arranco un puñado de un matorral y las  zarandeo en mi mano. Son de un color oscuro y podrían ser las Jaulas de Noche o las otras bayas comestibles. Exprimo una y dejo que las gotitas caigan en mi dedo. Son de color oscuro. Las tiro en el suelo, mezclándose con la tierra. Si no fuera porque Thresh me enseñó cuales eran yo ahora mismo estaría dentro de mi tumba.
Entro en la cueva dejando la olla apartada en un rincón y el cuchillo me lo guardo en el pantalón.
Por lo alto que esta el sol, ya debe ser mediodía. Aun así espero hasta la tarde, y temo que le haya pasado algo. Entonces, la voz de Claudius Templesmith retumba por toda la Arena, anunciando un banquete.
Cuando quedan pocos tributos, a estas horas estas muerto de hambre, de sed, de frío, o necesitado de armas. El banquete facilita las cosas, entregándote en una bolsita, algo que necesitas desesperadamente.
Lo que yo necesito ahora es comida (si no la trae Thresh), otra arma, cerillas y una bota de agua o en pocos días, moriré.
Mientras tanto, examino mi herida. Ahora se a quedado en un pequeño corte que cicatriza, aunque un poco roja alrededor. La dejo al aire, quitándome la chaqueta.
-Momento de ir al banquete.- murmuro para mis adentros.
Mi principal objetivo a sido esconderme entre las altas hierbas que hay en el campo y lo va a seguir siendo, porque todos están en el bosque. Me pongo a cuatro patas entre los arbustos.
Veo las cuatro bolsitas encima de una mesa, en frente de la Cornucopia. Esta la del Distrito 2, la del Distrito 12, la del 11 y la mía, el 5, algunas más grandes que otras. Seguro que en este mismo momento están todos escondidos en alguna parte, donde me alcanza la vista. Pero nadie se atreve a salir y así, nunca conseguiremos nada.
Agarro el cuchillo, que esta dentro de mi pantalón y salgo disparada a cogerla. Mientras corro miro a todas partes y en cuestión, a la bolsa.
La agarro, y vuelvo entre los arbustos. Los demás tardan un poco en salir, y la segunda es Katniss. Llega a coger la bolsita, pero Clove le lanza un cuchillo. No quiero disfrutar viendo a Clove matar a Katniss o al revés, así que, me largo de allí hacía la cueva.
Llego y me siento, abriendo la bolsita con ganas, esperando a encontrarme aunque sean, unas cerillas.
Encuentro una ración de sopa, dos manzanas, una bota de agua vacía, y una caja con cerillas. Pero solo contiene una.
<<Vaya, os habréis partido el cuello, por no poner más>>.
A, y una cajita, llena de deliciosas cerezas.
Mis cerezas.

AVISO.

Tenía que deciros que, escribiré un final alternativo, en el que Foxface gana los juegos Y SE REVELA SU NOMBRE. Advertiros de que NO ES INVENTADO.
Besos (:

lunes, 2 de julio de 2012

Capítulo 31. El pajarillo.

-Thresh, despierta...- digo sacudiéndole el hombro. Tampoco hace mucha falta ya que suenan dos cañonazos y da un salto dentro del saco.
De pronto suena una melodía, que los Sinsajos que hay en el bosque cantan. Al parecer es una nana.
Y sueña otra cañonazo. La gente del Capitolio estará pegada a sus pantallas ahora mismo, preguntándose que, como si ha habido tres muertes ¿Porque no una cuarta?
De momento no suena ninguno más.
Le cuento lo de la Cornucopia y los explosivos. El se hecha a reír, alegando que ahora hay más probabilidades de que se mueran de hambre.
Saco de la mochila lo que he conseguido y nos comemos dos paquetes de galletas cada uno.
-¿Vamos a pescar?.- me pregunta, animado.
Yo asiento y también le explico lo de la trampa.
-Hay que averiguarlo.
Esta vez nos metemos los sacos en la mochila. El cielo esta un poco nublado, puede que llueva  y haya que refugiarse en otro sitio. Vamos colina abajo, hacía el arroyo y pescamos unos cuantos peces sin mucho esfuerzo. Los guardo junto a las manzanas. No vamos a tardar en comérnoslos no creo que se pudran.
-Thresh, mira.- le digo en voz baja.
Pasando por la trampa que había colocado, hay un zorro comiéndose un conejo.
Ese zorro es el mismo que vi aquella noche, en la que creía que me iba a atacar y al final era un pequeño de unos meses con su madre. Creo que es ella, por su tamaño.
-Espera. ahora mismo lo cazo.- dice Thresh sacando un cuchillo.
-¡No, quieto!.- digo poniéndole la mano delante.- no la mates.
-¿Porque?.
-Me...me...me recuerda...- la voz no me sale.- en fin, no la mates.
Él me mira extraño, como si le intentara ocultar algo, peor no oculto nada. <<Thresh, es como si me matarás a mi, ya tendrás tiempo>> pienso.

-Mira, he encontrado un buen sitio.- en realidad, sería perfecto. Más atrás de las hierbas altas en las que estábamos, hay unas dos montañas y una pequeña cueva.- venga, vamos.
Lo malo es que ahora estoy un poco más lejos de la Cornucopia. Quiero ver el aspecto que tiene ahora y me gustaría haber visto la cara de Cato y los demás. 
No hay nada que hacer, y nos pasamos el día allí dentro, contemplando el gran paisaje de la Arena. Veo la Cornucopia brillar por el sol que acaba de salir de nuevo.
Empiezo a preocuparme seriamente, a pensarlo mejor. ¿Que hará mi padre con mis hermanos? Se pasa la mayor parte del tiempo fuera de casa y aunque mis hermanos están en el colegio hasta mediodía, están solos. Dush, nuestro perro, no les puede dar de comer. Le pedí a Viters que los ayudara. De momento no entrarán en la cosecha hasta un par de años, lo que me quita un peso de encima. 
-¿Quires ver una cosa?.- me dice Thresh, haciéndome volver a la realidad.
Yo asiento y el saca una pequeña cosa de la chaqueta. Parece una insignia.
-Me la dió mi abuela.- pasa los dedos algunas veces por ella y me la entrega para que la vea mejor.
No es un Sinsajo como casi todas las insignias que he visto.


Es un pájaro, si, pero no lo había visto nunca. Es rojo, rojo fuego y tiene una gran mancha negra en la cara que le cubre desde los ojos hasta debajo del pico. Este, es rojo, y en la cabeza lleva una cresta. Sujeto por las pequeñas patitas en la circunferencia, es precioso.
-Nunca había visto un pájaro así.- digo en voz baja.
-Están en mi distrito. No son Sinsajos que repiten las melodías y avisan a los trabajadores que es hora de descansar o de irse a casa. Pero también repiten algunas notas cortas. Mi abuela tenía uno, y ella misma hizo la insignia.
-Magnífico- digo entregándoselo. Nos comemos las manzanas y recuerdo que aún queda un conejo y media ardilla.
-Vamos a partir la ardilla.
Hacemos una hoguera y nos comemos la ardilla a gusto. Luego, una manzana.
El sello del Capitolio y el himno acompañan a las caras de los tributos que han muerto hoy.
Marvel, el chico del distrito 1, el chico del 3. Ya me imagino a Cato, haciéndoselo pagar, por hacer que las minas resultaran fallidas y explotaran todas.
Y la pequeña del 11, la compañera de Thresh, Rue.
-Rue.- dice Thresh llevándose las manos a la cabeza.
Tendría unos doce años. Su cara aparece en el cielo, y desaparece para siempre. No puedo evitar oir a Thresh, que llora alguna que otra lágrima en la oscuridad. A formado una especie de bola, hundiendo la cabeza entre las rodillas y encogiéndose.
Me siento a su lado, abrazándolo con fuerza.
-Thresh.- le digo mientras paso mi mano por su espalda, acariciándola.- no puedo traer devuelta a Rue, pero, ahora va a estar en un lugar mejor. Sana y salva.
Mis palabras parecen calmarlo un poco, o consolarlo. La melodía antes de que sonara el cañonazo, ¿Sería de ella?.
El hunde su cabeza en mi cuello, ahora si abrazándolo de frente.
-Lo siento.- le susurro.- venga, vamos a dormir.
Apago la hoguera, que había cogido una llama enorme. Dejo las mochilas apoyadas al lado de la hoguera, que ahora es ceniza. Aun hace frío, pero no como en el campo de hierbas. No creo que haga falta hacer una guardia, estamos lo bastante escondidos como para que alguien nos encuentre.
Ya es por la mañana y una voz me despierta. Es la de Claudius Templesmith, que retumba por todas partes.
 Nos da la enhorabuena y nos anuncia que los dos tributos vivos que sean del mismo distrito pueden proclamarse vencedores si sobreviven los dos hasta el último segundo.
Ni a mi ni a Thresh nos sirve, ya que Rue y Jale están...bueno, ya no están.
Salgo del saco y me preparo ha hacer el desayuno.
Es demasiado tarde para callarme, he dado un grito que hasta Thresh se ha despertado.
 Ni la comida, ni las mochilas, están.

Capítulo 30. BOOM.

Vuelvo donde el refugio, antes pasándome por la trampa. No, no hay nada. Las mismas bayas  y la cuerda inmóvil, solo mecida por el aire.
Thresh ya esta allí sentado y con las botas llenas de agua.
-No hay nada.- digo sentándome a su lado.- ¿No has visto algo?.- recuerdo que llevaba el cuchillo por si encontraba alguna presa.
-Tampoco. Parece que los animales se hayan escondido de algo o alguien.
Asamos a la ardilla separando el cuerpo de la cabeza y luego cogemos los dos muslos. Pienso en la estrategia de los profesionales, llenar el perímetro de provisiones de minas.
Creo, por mi parte, que es un idea estúpida. ¿Y si explota una? Aparte de que quede un tributo muerto y salga echo pedazos por los aires, la otra mina que hay al lado se activará y así el resto. Se quedarían sin provisiones. Recuerdo la forma en que las han colocado, los trazos dibujados en la Arena y por la forma en la que están colocadas me resultan familiares. Si, era algo así como un juego. Un juego popular que supongo que en todos los distritos, los niños juegan cuando son pequeños. Se trata de saltar en los lugares correctos imaginando que lo que te rodea es agua, infestada de tiburones, peces con feroces dientes y todo lo que un niño puede imaginar, y debes intentar no caerte hasta llegar a un punto determinado en el que estas a salvo. Parece un juego bastante absurdo, conforme vas creciendo, pero puede que funcione.
Cuando me quiero dar cuenta, ya esta anocheciendo.
 La imagen del sello del Capitolio y el himno están en lo alto del cielo y sale la cara del tributo muerto de hoy. Es el chico del distrito 10. Luego desaparece para siempre, dejando solo la luna que hoy brilla con fuerza, ni una estrella.
Parece que conforme pasan los días, el aire es más frío. Thresh me ofrece un brazo y yo lo acepto encantada, porque me el frío se me cala en los huesos. Su cuerpo radia calor, aunque estemos en diferentes sacos. El es más grande, de todas formas no cabría en el. Se ofrece a hacer una guardia de noche, mientras yo duermo tranquila. Justifica que ya que los profesionales están más cerca que nunca de nosotros, puede que vengan, porque cazan de noche.
Me despierto, y serán las cuatro de la mañana. Threhs aun sigue despierto.
-Thresh, duerme un poco...- le digo apartando su brazo.
El no opone resistencia y se queda dormido en cuanto se lo digo. Enrollo mi saco, y me voy a ver la trampa. Guardo un cuchillo en el pantalón, que tiene un cinturón.
Nada, tampoco hay nada. Pero hoy, la cuerda esta arriba, con un poco de sangre, y el nudo apretado. Alguien se ha llevado a la presa y no ha sido Thresh.
Me contengo por no darle una patada al árbol. Decido cambiar la trampa de sitio, esta vez atada en el suelo. Es una simple que aprendí en los entrenamientos. Creo que esta será más útil.
Voy hacía la Cornucopia, y allí están ya los profesionales en pie. No tenía esto en cuenta.
De pronto, unas enormes hogueras salen desde el bosque y ellos corren hacía allí.
-¡Quédate aquí vigilando!.- le dice Cato al chico del distrito 3.
Desaparecen entre los árboles. Y ahora entro yo.
Como su campamento está al otro lado de la Cornucopia, estará muy fácil pasar por donde yo estoy.
Corro hacía ella y me paro en la primera mina. Recuerdo el juego, al que yo he jugado muchas veces. Esto tendría que ser muy fácil. Doy pequeños saltos, y como la arena con la que han tapado las minas es más oscura, también me sirve de guía. También doy algunos pasos porque en algunas, la distancia es un poco más larga. Me preparo para el último salto y cuando estoy en tierra de cuclillas, me balanceo. Doy un pequeño grito, que seguro que el chico del distrito 3 no ha escuchado. Me pongo en pie al ver que no ha pasado nada, porque me temía lo peor.
Abro la mochila y recojo un saco de arpillería que se encuentra colado de un cubo, que esta lleno de manzanas. También encuentro unos cuantos paquetes de galletas saldas.
Sigo el mismo recorrido hasta camuflarme entre unos arbustos del bosque. ¿Me habrá visto alguien?.

Si, Katniss.


La diviso entre unos arbustos.
¿Porque no me ha disparado una flecha? Podría haberme matado en cualquier momento y librarse de una más. Pero no lo ha hecho y es un alivio. Bueno, creo que le he dado una pista sobre que el campo estuviera minado pero ella se limita a pensar un momento, coger el carcaj, saca una flecha y la pone en el arco. 
La lanza y da en una bolsa de manzanas que cuelga de la pila. Parece no ser suficiente, así que lanza otra. Las manzanas caen rodando hasta llegar al suelo. 
-Esto va a explotar...- murmuro.
Me cubro la cabeza y las minas explotan en serie.
No tardarán en llegar los profesionales así que, me voy hacía donde Thresh supongo que seguirá durmiendo.
No puedo evitar reírme. Esto a sido fantástico.

domingo, 1 de julio de 2012

Capítulo 29. Un campo de minas.

La sangre chorra cada vez más y no tardo en desmayarme.
Me despierto un tiempo después, apoyada en el tronco del árbol, que ahora tiene unas ramas detrás con grandes hojas, a modo de sombra porque como ya había dicho, el sol es abrasador. Veo a Thresh arrodillado delante de mi, comiendose unas cuantas bayas pero lo veo un poco borroso.
Solo lleva la camiseta interior y la chaqueta por encima.
-Thresh...¿Y tu camisa?.
-En tu cuello. Tenía que parar la sangre de alguna forma.
Toco la camiseta, empapada de agua. Esta puesta, de forma que pase justo por encima de la herida pero que se sujete por detrás de mi espalda.
-Voy a buscar más agua.- dice mientras agita las botas volcadas.- no había suficiente para mojar la camiseta y limpiarte la herida.
-No.- digo sujetándole la mano.- quédate aquí conmigo.
La verdad es que me siento muy débil parece que he perdido sangre y si viene alguien me matará en cuestión de segundos.
El asiente con la cabeza.
-Iré cuando te encuentres mejor.
Mientras tanto, la mitad que queda del cuerpo del conejo (que es la última parte) la cocina.  No se como le puedo pagar esto a Thresh. Quizá, dejándole que gane él, cuando a lo mejor solo quedemos dos y así, puede que me mate. Me ha salvado. Dos veces.
 Me como el pedazo de carne a bocados pequeños, aunque veo la imagen distorsionada y al tragar, me duele la garganta. Necesito ponerme fuerte de nuevo. De repente suena un cañonazo. Otro tributo muerto.
-Solo quedamos ocho.- murmuro. 
Vemos la puesta de sol, cuando ya empieza a atardecer.
Thresh me mira un poco preocupado por mi estado. Yo, para desviarme del tema de la herida, propongo:
-¿Que tal si mañana vamos a pescar algo?.- digo con una media sonrisa.- tranquilo, seguro que estoy mejor.
El asiente, aunque no esta tan convencido. 
-Thresh, si que puedo. Osea, podré.- parece que mi voz vuelve un poco a su sitio. 
Abre la boca, intentando decir algo, pero un sonido le impide hablar. Acaba de caer un paracaídas justo detrás del tronco. Lo reconozco por el tintineo. 
Lo trae y se arrodilla a mi lado mientras lo abre. Saca un rollo de venda.
-Creo que esto es para ti.- me dice sonriendo.
Suspiro y es un verdadero alivio ya no llevar su camiseta empapada de agua que se estaba calentando con mi piel. Me ayuda a colocarme la venda y por su cara, parece que la heria tiene mejor aspecto.
-Ya no esta tan mal.- afirma.- antes, creo que expulsabas pus.
Me abrocho la chaqueta hasta el cuello, e intento levantarme. Si, me balanceo un poco pero mantengo la compostura.
Pienso en los profesionales, como lo estarán pasando con toda esa pila de suministros. Quizás, ahora que estoy mejor, pueda ver mi trampa y de paso, como están.
-Thresh, podrías ir a por agua mientras yo miro mi trampa, haber si ha cazado algo.- digo.
El lo piensa un momento y al final, accede.
Mientras que el se va por un lado, y yo hacía el otro, me desvío hacía la Cornucopia.
Me camuflo entre las altas hierbas, que con el sol casi escondiéndose, adquieren un color anaranjado.
Mi pelo se camufla perfectamente y mi piel también. Al final si que tendrá algunas ventajas de haber tenido este color.
Observo con atención al chico del distrito 3 solo, un poco alejado de la Cornucopia. Esta trazando algo en la Arena con un palo. Me sorprende que haya tantísimos agujeros en tierra que Cato y Marvel hacen con una pala mientras que Clove les vigila las espaldas.
-¿Que, ya has acabado?.- pregunta Cato acercándose mientras se quita el sudor con la manga de la chaqueta.
-Si, ahora solo hace falta colocarlas.
¿Colocar el que?.
Minas.
 Los profesionales tienen pensado colocar minas alrededor de la pila de suministros para evitar posibles robos.
-No creo que nadie robe algo.- dice Cato.- ¡O si no, que lo intente! ¡Habrá uno menos!.- grita con los brazos abiertos.
Lo que no entiendo es como han conseguido minas porque no creo que las cajas, que aun están esparcidas alrededor de la Cornucopia, estuvieran llenas de ellas.
Las colocan una a una, con el máximo cuidado del mundo. Luego las rellenan con la tierra restante. Ven el trabajo satisfechos. Lo que no saben es que yo, ya se donde esta cada mina y estoy dispuesta a robar lo que sea.
A ver que explota ahora, Cato, a ver que explota.