jueves, 28 de junio de 2012

Capítulo 24. En la Arena. Parte uno.

De antemano, sé que esta noche no voy a dormir. Bueno, nadie lo va ha hacer. Entre la multitud de personas que hay allí fuera celebrando que mañana empiezan los juegos y los nervios y angustias..
Subimos arriba, cuando Jale a acabado de hacer su entrevista. No le he prestado mucha atención, Lénart y Velva me estaban diciendo lo magnífica que he estado.
Pasamos a cenar, y hoy hay un verdadero banquete. Hasta hay un cochinillo, como el que tenían los Vigilantes, pero no tengo hambre.
¿Que como, un muslo?, hasta eso es mucho.
Ya acabados de cenar, después de que a Lénart se le halla ido un poco la cabeza por el alcohol, Velva nos da dos besos y nos desea muchísima suerte entre lágrimas y sollozos, mientras se va a su habitación.
Yo voy hacía la mía, para intentar dormir. Me acurruco entre las sábanas, buscando algo de calor, porque estoy helada.
Sueño, las formas en las que me pueden matar y en las que puedo matar. De las más crueles, hasta las más simples. ¿Morirme de frío, de calor, de sed, de hambre?
Sueño como Clove me clava cuchillos en el tórax, Cato me degolla con su espada y Marvel me tira una lanza.
No lo soporto, no puedo dormir más. Doy pasos de un lado de la habitación a otro, intentando calmarme.
Oigo pasos fuera, que se paran en frente de la puerta de mi habitación y esta, se abre despacio.
Es Kaeba. Me abrazo a ella, puede que no la vuelva a ver nunca más. Estoy temblando, y tiemblo tanto que le pido a Kaeba si me puede traer una infusión para calmarme un poco.
Ella me la trae como buena avox que es, e intento bebérmela.
Me acaricia la espalda, pero sus afectos no pueden calmarme tampoco. Le doy las gracias, y me vuelvo a acostar.
Esta vez me duermo, y no me vuelvo a despertar hasta que viene Velva y llama a mi puerta para que me prepare, que Lénart me esta esperando.
Me pongo un pantalón marrón y una camiseta de color anaranjado. Debajo de esta, me pongo otra. Por la noche hace muchísimo frío y no creo que me ayude que solo lleve una.
Bajamos en el ascensor, y antes de subirme al aerodeslizador que lleva a algunos tributos más, Lénart me da algunos consejos me dice:

-Escúchame.- me dice, mientras me coge de los hombros.- no vayas hacía la Cornucopia. Sal corriendo hacía la otra dirección. Me da igual que todos vayan a el baño de sangre que se formará en segundos, pero así tienes más probabilidades de sobrevivir, ¿De acuerdo?.
Asiento con la cabeza, y le doy un pequeño abrazo. No es muy emotivo, aunque sea mi mentor, pero me va a ayudar a conseguir patrocinadores y no podré agradecérselo cuando este en la Arena.
-Buena suerte.
Subo al aerodeslizador, que se eleva en pocos segundos. En el ya están Clove y Cato, sentados en unos sillones de metal. Aun hay que recoger a más tributos.
El silencio es sobrecogedor. La tensión me ahoga. Y eso que solo somos tres personas.
Cada vez suben más tributos. La chica del distrito doce se sienta enfrente de mi y noto el miedo en sus ojos. Bueno, todos tenemos miedo, aunque sea poco.
Cato la mira, con rabia. Esta cabreado con ella porque sacó un once en la puntuación y el un diez. Unos agentes de la paz que hay a bordo nos inyectan un dispositivo en el brazo, para controlarnos. Y duele muchísimo.
Bajamos, y a cada uno nos conducen a una habitación con nuestro estilista para que nos prepare.
Entro y en ella, me esta esperando Sómmon, y detrás de el, se encuentra un tubo por el que tengo que salir a la Arena.
Pienso en todos los tributos que han pasado por aquí, el miedo que tuvieron, la preocupación...todo metido en una habitación.
Sómmon me coloca una chaqueta, mientras me dice:
-Esta chaqueta refleja el calor del cuerpo. Pasarás noches frescas. Date la vuelta.
Me pone el colgante que Viters me talló.
-Mi colgante...- susurró.
Una voz, me avisa que quedan treinta segundos para despedirme.
-Mira. Supongo que Lénart ya te ha dicho que no vayas a la Cornucopia. Y ha hecho bien. Tu corre y escóndete. Muchos de los tributos morirán en segundos. Habrán mochilas, cuando todo se haya calmado y los profesionales no estén, coge una sin que te vean. Normalmente acampan allí cerca. Busca agua, una fuente. Te veo en el otro lado, Comadreja.
Le doy un fuerte abrazo y entro en el tubo.
Me eleva hacía la superficie y contemplo a todos los tributos ya fuera. Tenemos 60 segundos para ver, toda la Cornucopia, y los materiales y objetos que se pueden coger. La Cornucopia es bastante grande, desde aquí puedo ver que dentro de ella se encuentran espadas y lanzas. Fuera hay cajas con cinturones y cuchillos, y otros utensilios. Alrededor hay mochilas esparcidas. Recuerdo lo que me han aconsejado Sómmon y Lénart. Hacía atrás, a la Cornucopia no.
Creo que se va a formar un baño de sangre en, tres, dos, uno.


2 comentarios:

  1. MADRE MIAAA! QUE BIEN HAS EXPRESADO ESTE MOMENTO DEL LIBRO! esnerio, estoy muy feliz de que porfin alguien escribiese sobre la comadreja..^^ me encanta la forma que escriber, porque realmente de la vida de la comadreja explican muy poco, y para escribir tienes que improvisar mucho mas que con otros personajes..sigue asi ! tu blog es un lujo besoss

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    1. Pues ya ves lo que tengo que improvisar Jajajaja
      Con los pocos datos que tengo sobre ella, del libro, tengo que apañarmelas.
      Muchas Gracias :3

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