sábado, 30 de junio de 2012

Capítulo 28. Herida inoportuna.

Me despierto la primera, porque Thresh esta roncando como un poseso. Le dejo dormir un poco más, mientras que yo, me voy un momento. Vuelvo hacía el sitio donde me refugiaba antes y me coloco en posición para poder recordar donde estaba la trampa. Si, ya veo el alto árbol escuálido. Como me he llevado la mochila, saco la cuerda y la vuelvo a sujetar donde estaba. Coloco unas pocas bayas, y vuelvo.
Antes decido pasarme cerca de la Cornucopia para ver a los profesionales. Los cadáveres ya no están, los aerodeslizadores se los llevaron. Veo como montan una pila de suministros, poco a poco, rebuscando entre las cajas. Con todo lo que están reuniendo tienen para pasar todos los juegos. Entonces recuerdo las palabras de Tresh anoche: <<Si alguna vez se les acaban las provisiones no se de que se van a valer, la verdad. Los entrenan, pero, para luchar, ¿Y? puede que no tengan ni siquiera instinto de supervivencia.>>
Creo que me iré pasando de vez en cuando por aquí.
Vuelvo hacía donde Thresh, supongo que aun estará durmiendo. Y así es. La verdad, aun es muy temprano.
Saco la parte restante del conejo, que llevaba guardada en la mochila, y la parto por la mitad. En vez de hacer las dos partes, cojo una y la vuelvo a partir. Ahora somos dos personas y se consume más, hasta que no cace algo mi trampa, hay que racionar la comida.
Veo como mi compañero se despereza dentro del saco y se incorpora. Yo mientras hago los dos trozos de carne.
-¿Que haces, tan temprano?.- me pregunta saliendo del saco.
-Nuestro desayuno.
Le cuento lo que he visto de los profesionales y el suelta una risa.
-Me los imagino, sin provisiones, muriéndose de hambre.
El saca de su mochila unas bayas y parecen tener un aspecto jugoso. Mientras comemos, el me cuenta como vivía en su distrito, y también sobre su familia. Tiene una hermana mayor, que ya se le ha acabado el tiempo para estar en la cosecha y ahora se dedica a trabajar. También esta su abuela, que a pesar de tantos años, y con espalda encorvada y dolorida, trabaja en los campos.
-¿Y tus padres?.
Siento que, al hacerle esta pregunta le duele contármelo y me arrepiento de haberla hecho.
-Mis padres murieron por culpa de unos agentes de la paz. Allí son muy extrictos y a la primera...
-Lo sé.- he escuchado a Viters hablar sobre el distrito 11. Son muy crueles además de uno de los más pobres.
-Por eso, si gano, quiero llevarme a mi abuela y a mi hermana, que no trabajen más, y que viviamos bien de una vez por todas. Aparte de no pasar hambre.
Siento pena por Tresh. Si, yo tengo a mis dos hermanos y a mi padre, vivimos justos con lo que tenemos, pero, el tiene a su abuela. Y no, no es lo mismo.
-¿Y tu familia?.- me pregunta.
-Dos hermanos y un padre.- respondo. Ahora mismo se me esta formando un nudo en el pecho.
No pregunta por mi madre, ya sabe la respuesta.
Comemos a grandes bocados las dos partes del conejo. Luego, comemos unas bayas.
-Vamos.- me dice Tresh, levantándose.
-¿Donde?.
-A cazar.
Dejamos las brasas apagadas, y los sacos de dormir enrollados al lado del tronco. Cogemos las mochilas y el, una enorme espada. Pero no es la típica espada en punta, si no, tiene forma curva que con solo mirar su punta, duele.
Conforme avanzamos, el me enseña las principales bayas que se pueden comer y las que no. Hay unas, las Jaulas de Noche, las que casi pruebo en los entrenamientos.
-¿Recuerdas cuando casi te las comes?.- me pregunta haciéndolas rodar en la mano.- pues ahora, estarías muerta. Ni siquiera hubieras pisado la Arena.
Luego me enseña otras muy parecidas de un color oscuro, casi idénticas a las otras, salvo que cuando se exprimen, el líquido de las Jaulas de Noche es rojo oscuro, mientras que este es rosado.
-Estas, normalmente se utilizan como jarabe. Te hacen dormir unos cuantos días.
Creo que estoy aprendiendo más ahora, los distintos tipos de bayas, que en los entrenamientos. Yo también le enseño cosas a Thresh sobre plantas, aunque el solo sabe algunas plantas curativas, como las onduladas que me dio para el corte.
Por el camino, también me paro a desenterrar algunas raíces y recuerdo el asalto del perro. En un impulso, antes de agacharme, miro tras los arbustos y aliviada de que no haya nada, las desentierro.
En una bolsita de tela, lleva cuatro cuchillos pequeños, pero afilados.
Divisa un lemmini. De estos en los bosques hay tribus y tribus de ellos. Son unas ratas de cuerpo mayor, algo más rellenas de pelo corto, que excavan túneles y madrigueras para tener una reserva de alimentos. Me dice que me aparte un poco, y en un parpadeo lanza una cuchillo con un giro de muñeca que queda clavado justo en el centro de el animal.
-Fantástico.- murmuro.

El sonríe y recoge a la presa. Vemos una roca y nos paramos a descansar un poco. Bebo un poco de agua, que ahora esta tibia por el calor de la mochila. Me acabo toda la bota y como el arroyo esta cerca, de paso, la rellenaré.
-¿Como cazaste a las presas?.- me pregunta Thresh, limpiando la sangre de su cuchillo.
-Con la trampa, y a la ardilla con esto.- digo agitando el arco en el aire.
-Es la imitación de arco más mala que he visto en mi vida.- responde el, cogiéndolo y observándolo.
-Lo tomare como un cumplido.
Ya que estamos pasando el tiempo, decido enseñarle mi táctica con los cuchillos.
-Eres bueno con los cuchillos pero...yo creo que lo seré más.
El suelta una carcajada, tampoco muy alta, por si estuviera alguien cerca.
-Venga, Comadreja, demuéstramelo.
-Coge esta bolsa de tela y ponla en el tronco.- le dicto.
Cojo un par de cuchillos, miro la bolsita de tela que el sujeta y los lanzo hacía atrás.
Y como yo esperaba, la bolsa queda sujeta por los cuchillos que están clavados en el tronco. Doy media vuelta y lo veo con las manos en la cintura, mirando la bolsa y después extrayendo los cuchillos con fuerza.
Se acerca y me devuelve los cuchillos.
-Ha sido una verdadera suerte que no me cortaras los dedos.- me dice cogiéndolos.
Vamos hacía el arroyo y yo lleno las botas mientras Thresh me vigila las espaldas con la espada en la mano. Si, a el también le quedaba poca agua y ya estaba caliente.
Volviendo al lugar, paso por la trampa y no ha cazado nada.
-Ya caerá algo.- dice Thresh empujándome hacía delante.
El sol es abrasador, como en verano. Pero claro, no es un sol normal. Empiezo a sudar, y la ropa se me pega a la herida que mágicamente se abre y empieza a desangrarse.
-Tus hojas no han bastado.- digo estirando el cuello de la camiseta para que no se manche, pero ya es un poco tarde.

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